22.abr.2015 / 11:17 am
La noche del 14
de abril de 2015, en el marco de la celebración del segundo aniversario
del gobierno, observé por televisión al Presidente Maduro preguntándole
al Diputado Vera dónde estaban los trabajadores que no salían a la calle
a defender la revolución de los especuladores, usureros, revendedores y
bichos afines. También se dirigió a sus ministros más o menos en los
mismos términos. Me puse en su lugar y lo comprendí, y por eso me atrevo
a decirle al Presidente que muchos sentimos esa misma angustia e
impotencia cuando comprobamos que no podemos ayudar en un problema tan
acuciante, como es la situación económica que se está viviendo en la
calle con esas benditas colas que no disminuyen; aunque se suministren
productos de consumo masivo por encima de la necesidad de la población.
Es así porque toda esta guerra económica ha devenido en un fenómeno
social hasta ahora desconocido en Venezuela, donde alguna gente parece
insaciable y siempre están belicosos y de primeros en cualquier cola,
generalmente en grupos organizados y muchas veces ayudados por
motorizados que caletean fuera del área donde se está vendiendo el
producto que sea. Ciertamente el problema es agobiante. Hay que revisar
de parte y parte. Paso a señalar algunas situaciones que de atenderse
objetiva y diligentemente tendrían un efecto favorable.
Nos preguntamos ¿Por qué no se les exige
colocar en red el sistema con capta huellas, a ciertos negocios de
víveres que son tan numerosos y existen en todos los municipios del
país? Adicionalmente, muchos venezolanos presencian con impotencia cómo
ese mismo grupo de comerciantes muchas veces no factura, lo que implica
evasión de impuestos. Así mismo, en muchas oportunidades venden al por
mayor sin estar autorizados para ello; lo cual favorece la reventa y la
escasez, ya que la mercancía fluye muy rápidamente. Aparentemente, la
venta al por mayor es para quitarse de encima el problema de las colas.
La permisividad con el grupo de comerciantes aludidos profundiza la
escasez inducida, y por ende, incrementa las odiosas colas. En relación a
los 20 o 30 mil capta huellas que fueron colocados hace como un mes, ya
va siendo tiempo que se comience el análisis de la data para ir
detectando a los “coleros profesionales”. De lo contrario, los capta
huellas no sirven absolutamente para nada, y no cumplirán su cometido
como una medida coyuntural contra los irresponsables que con tal de
hacer dinero fácil, bien poco les importa desquiciar la economía de su
país. Al fin y al cabo, con culpar al gobierno tienen.
En otro orden de ideas, hay algunas
medidas tomadas bajo premisas falsas o equivocadas que contribuyen a la
escasez de algunos productos. La verdad que no hay forma de entender que
se pretenda que en enero del 2015, una torrefactora pueda entregar café
molido para su distribución al público a Bs. 47 el kilo. Esto no es
posible, porque en diciembre de 2014 se fijó a través de una providencia
administrativa el quintal (46 kg) de café verde a un promedio de Bs.
4.200 (Bs. 5040 a Bs. 1447, de mayor a menor calidad del café en grano).
Las torrefactoras compran el café verde a los productores al precio
oficial establecido en Gaceta o en providencia administrativa. Su
trabajo agroindustrial consiste en tostarlo, molerlo y empacarlo. Para
obtener 1 kg. de café molido se necesita tostar 1, 25 kg ( un kilo y
cuarto) de café verde que le cuesta a la torrefactora aproximadamente
Bs. 114. Si al costo de la materia prima (1, 25 kg de café verde) le
sumamos el costo de los servicios, pago de personal y la ganancia que se
espera de cualquier trabajo, es fácil darse cuenta que la torrefactora
no puede entregar para su distribución al consumidor 1 kg. de café en
Bs. 47. ¿Ayudará al abastecimiento, la indolencia o arrogancia de
funcionarios que se niegan a oír cualquier tipo de razonamiento? La
pequeña torrefactora de esta historia real, desde el 26 de enero está
sancionada con un cierre y un comiso temporal.
Continuando con el café: me refirió un
amigo que el martes 21/04/2015, compró en una bodega de Guanare ¼ de kg
de café en Bs. 130, lo cual significa Bs. 520 el kg de café molido. Este
es el otro extremo de la situación. A cualquiera le recomiendo que por
muchas ganas que tenga de beber café, no le compre a ningún “asaltante
sin pistola” un producto tan excesivamente caro como ese. Lo único que
debería hacerse en este caso es reportar este delito a las autoridades
que tienen entre sus funciones aplicar la Ley de precios justos como lo
establece el artículo 114 de la Constitución de la República. Presidente
Maduro, los ciudadanos comunes y corrientes que somos chavistas y nos
duele la Patria, también podemos ayudarlo sin necesidad de un cargo,
pero a veces nos topamos con la sordera y la indiferencia de algunos
funcionarios públicos. ¡CHÁVEZ VIVE. LA LUCHA POR LA PATRIA SIGUE!